Polito nunca ha tenido una novia y ni siquiera sabe como besar. No obstante, él ha conseguido una cita con una chavala para el sábado. Mía Sánz, su madrastra, se da cuenta de la situación y ofrece su ayuda a Polito. Ella le enseña cómo besar y cómo tratar a las mujeres. Mientras Mía lo está besando él siente tanto placer que termina corriéndose. Mía le advierte que eso no está bien, ya que él debe de aguantar la eyaculación hasta que la mujer esté satisfecha. Lo que es seguro es que Polito estará listo para seducir a la chica con la que tiene su cita.
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