El marido de Malena Doll, un aristócrata de abolengo, contrató a un fotógrafo para que le hiciera una sesión sobria y elegante. Sin embargo, una llamada de trabajo lo obligó a salir de emergencia, dejándola sola con el profesional. Ya sin la mirada del esposo, Malena propuso continuar con un segundo cambio de vestuario, algo más atrevido. Cuando regresó del tocador, el fotógrafo apenas pudo mantener la compostura y no pudo evitar follarla. Ella tuvo lo que quería.
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